Maria Rodriguez

Today we say “see you soon” to Maria Rodriguez, known as Mery, who on October 15th, 2024, was reunited with her husband David. She passed away at the age of 78 in New Jersey. Her last months were marked by a courageous struggle with medical challenges, and the loss of her beloved husband, demonstrating an unwavering spirit and deep faith. Throughout her journey she displayed remarkable strength until the very end. Her loved ones will keep her memory alive by embracing her values, teachings and love.

Born August 24, 1946, to Anastacio Figueroa and Eulalia Claudio, sister of 8, of whom Nana Figueroa, Marzo Figueroa, Carlina Figueroa, Freddie Figueroa and Aly Figueroa survive, wife to David B. Rodriguez, mother of Willie, Evelyn, Marina, David, Jazmin and Jesus; grandmother of 17, great-grandmother of 5. When describing her we can say with certainty that she was a devoted daughter, sister, mother, grandmother, sister-in law, mother-in-law, aunt and godmother.  If any of us can in our lifespan be half the servant she was, we are blessed indeed.

Today and always, we want to honor her memory and celebrate her life.  A life of faith, honesty, goodwill and love.  Everyone who knew her was touched by her warmth and kindness. Her smile would lighten even the darkest room, her laughter was contagious, and her hugs were welcoming which made you feel special. Mery sacrificed more than we will ever know by putting everyone else before herself and made time to listen to all our problems with patience and caring advice. She had a zest for life that was infectious, a spirit that was strong. She found joy in the simplest things, and in doing so, taught us to appreciate those little moments that make life so beautiful.

Mery was a woman of many talents and passions, but above all, she was a woman of dedicated to her family, her family was her pride and joy.  She held the fort at home with a household of six children. All were brought up to respect each other as well as everybody else and to live in harmony. She knew how to discipline with firm kindness, and what to say when advice was needed. Mery was a mother who was always there, in good times and in bad. She was a rock when her family was adrift, a compass when the way was lost. She was a gift, one that we unwrapped every day, one that brought us immense joy, comfort, and love.

Born in a small town, she carried that sense of community with her throughout her life. Her heart was her hometown, welcoming and warm, a place where everyone felt loved and accepted.  When family and friends visited her, she was a great hostess and there was lots of great food, awesome conversations, plentiful laughs and happiness in the environment.

She was a woman of humble beginnings, but she was rich in ways that cannot be measured by material possessions. She was rich in wisdom, in kindness, in love. She was the kind of personwho knew the value of hard work, the importance of honesty, and the strength of humility. Her life was not an easy journey, but it was a journey she embarked on with courage, dignity and immense faith.

Mery was always in a God given mood. She was a being of light that would sparkle within her soul and shine so bright you could feel it in the warmth of her hug because it came from the purest of all hearts. Through her grief and her pain, her smile and her unbreakable faith in God never diminished.

As we bid farewell to beloved Mery, let us not lose ourselves in the sorrow of loss, but rather find comfort in the memories we shared, the laughter, the tears, the love, and faith. Let us remember her not with sadness, but with the joy she brought into our lives, the lessons she taught us, and the love she shared with us.

Mery, was a blessing in our lives, a light that never dimmed. She was a special person who left footprints of faith, love and kindness on our hearts. As we say goodbye, know that your spirit will continue to live on in our memories.

Rest in peace, you will be missed, but your spirit, your love, and your light will forever shine bright in our hearts.

Hoy le decimos “hasta pronto” a María Rodríguez, conocida como Mery, quien el 15 de octubre de 2024 se reencontró con su esposo David. Falleció a la edad de 78 años en Nueva Jersey. Sus últimos meses estuvieron marcados por una lucha valiente contra los desafíos médicos y la pérdida de su amado esposo, demostrando un espíritu inquebrantable y una fe profunda. A lo largo de su viaje demostró una fortaleza notable hasta el final. Sus seres queridos mantendrán viva su memoria abrazando sus valores, enseñanzas y amor.

Nacida el 24 de agosto de 1946, hija de Anastacio Figueroa y Eulalia Claudio, hermana de ocho, de los cuales sobreviven Nana Figueroa, Marzo Figueroa, Carlina Figueroa, Freddie Figueroa y Aly Figueroa, esposa de David B. Rodríguez, madre de Willie, Evelyn, Marina, David, Jazmín y Jesús; abuela de 17, bisabuela de 5. Al describirla podemos decir con certeza que fue una devota hija, hermana, madre, abuela, cuñada, suegra, tía y madrina.  Si alguno de nosotros puede en nuestra vida ser la mitad de la servidora que ella fue, somos verdaderamente bendecidos.

Hoy y siempre queremos honrar su memoria y celebrar su vida.  Una vida de fe, honestidad, buena voluntad y amor.  Todos los que la conocieron quedaron conmovidos por su calidez y amabilidad. Su sonrisa iluminaba incluso la habitación más oscura, su risa era contagiosa y sus abrazos eran acogedores y te hacían sentir especial. Mery sacrificó más de lo que jamás sabremos al poner a todos los demás antes que a ella misma y se tomó el tiempo para escuchar todos nuestros problemas con paciencia y consejos afectuosos. Tenía un entusiasmo por la vida contagioso, un espíritu fuerte. Encontró alegría en las cosas más simples y, al hacerlo, nos enseñó a apreciar esos pequeños momentos que hacen la vida tan hermosa.

Mery era una mujer de muchos talentos y pasiones, pero sobre todo era una mujer dedicada a su familia, su familia era su orgullo y alegría.  Mantuvo el fuerte en su casa con una familia de seis hijos. Todos fueron educados para respetarse unos a otros,a todos los demás y vivir en armonía. Sabía cómo disciplinar con firme amabilidad y qué decir cuando necesitaba un consejo. Mery fue una madre que siempre estuvo ahí, en los buenos y en los malos momentos. Ella fue una roca cuando su familia estaba a la deriva, una brújula cuando el camino se perdía. Ella era un regalo, uno que desenvolvíamos todos los días, uno que nos traía inmensa alegría, consuelo y amor.

Nacida en un pueblo pequeño, llevó consigo ese sentido de comunidad durante toda su vida. Su corazón era su ciudad natal, acogedora y cálida, un lugar donde todos se sentían amados y aceptados.  Cuando la visitaban familiares y amigos, era una gran anfitriona, había comida excelente en abundancia, conversaciones increíbles, muchas risas y felicidad en el ambiente.

Era una mujer de orígenes humildes, pero era rica en aspectos que no pueden medirse por las posesiones materiales. Era rica en sabiduría, en bondad y en amor. Era el tipo de persona que conocía el valor del trabajo duro, la importancia de la honestidad y la fuerza de la humildad. Su vida no fue un viaje fácil, pero fue un viaje que emprendió con valentía, dignidad e inmensa fe.

Mery tenía un carácter afable que Dios le había dado. Ella era un ser de luz el que brillaba desde su alma y brillaba tanto que lo sentías en la calidez de su abrazo porque provenía del más puro de su corazón. A través de su pena y su dolor, su sonrisa y su fe inquebrantable en Dios nunca disminuyo.

Al despedirnos nuestra amada Mery, no nos perdamos en el dolor de la pérdida, sino que encontremos consuelo en los recuerdos que compartimos, las risas, las lágrimas, el amor y la fe. Recordémosla no con tristeza, sino con la alegría que trajo a nuestras vidas, las lecciones que nos enseñó y el amor que compartió con nosotros.

Mery, fue una bendición en nuestras vidas, una luz que nunca se apagara. Una persona especial que dejó huellas de fe, amor y bondad en nuestros corazones. Al despedirnos, sepa que su espíritu seguirá viviendo en nuestros recuerdos.

Descansa en paz, te extrañaremos, pero tu espíritu, tu amor y tu luz brillarán por siempre en nuestros corazones.